6 feb 2013

LA ERA DE AQUARIUS


Se está despertando mucha curiosidad acerca de el 21 de diciembre del 2012 y sobre que pasará o que tenía que haber pasado os pongo un artículo que se ha publicado en el último número de la revista de astrología ‘The Mountain Astrologer’, en el que la autora, Stephanie Austin, nos habla de la Era de Acuario, del Calendario Maya y del año 2012.

Más que una fecha precisa en la cual se producirán un gran número de cambios, yo veo el año 2012 como el epicentro temporal de un terremoto cultural'. Cita de Peter Russell.
Al igual que con la Luna, cada Era astrológica, crece y mengua. No hay líneas fijas en el espacio, sino que todo está en movimiento, en proceso. Cada una de las 12 eras astrológicas que comprenden el ‘GRAN AÑO’ (de aproximadamente 26.000 años de duración) refleja un tema específico de colectividad y desarrollo que evoluciona a lo largo de los 2.150 años que dura cada era. Las eras astrológicas progresan al contrario que los signos, por tanto ahora estamos en transición entre la Era de Piscis y la Era de Acuario.
La humanidad se encuentra en un momento de transición, y necesita evolucionar de la jerarquía a la igualdad, de la competencia a la colaboración, de la ley del más fuerte a la diversidad que permite lugar para todo. Acuario representa el desarrollo de la conciencia de grupo que va más allá de nuestro ego, de nuestra familia, de nuestra raza o de nuestro país y que nos hace darnos cuenta que todos somos miembros de la raza humana. La Era de Acuario nos habla de la unidad dentro de la diversidad, donde unidad no significa uniformidad sino creatividad exponencial y progreso generado por esfuerzos colectivos e igualitarios. La Era de Acuario nos pregunta: ¿Estamos haciendo lo que nos corresponde como individuos? ¿Estamos en contacto con nuestra individualidad pero también con nuestra interdependencia?


Para graduarnos en la Era de Acuario, primero tenemos que aprender las lecciones de Piscis, las cuales implican trascendencia de la dualidad y recuperación de lo que es sagrado. En la mayoría de las civilizaciones occidentales, el arquetipo dominante de la Era de Piscis no ha sido eso sino el pecado y la redención, ejemplificados en el mito de la pérdida del Edén. Hayamos o no sido educados en la fe judío-cristiana, hay una creencia profundamente enterrada en el inconsciente colectivo moderno que nos hace creer que somos imperfectos y que el cielo y Dios son algo muy diferente de lo que es la Tierra y de lo que es intrínseco a la vida. La creencia en el pecado original nos ha traído a la demonización y a la degradación de lo que es femenino, de lo que representa el cuerpo y de la Tierra. Nos mantiene en un estado de miedo, nos roba el poder y nos cierra en la polarización, en el conflicto y en la carestía. Si somos capaces de reunir esta dualidad formada por materia y espíritu, por cabeza y corazón, por naturaleza y humanidad, estaremos atendiendo el reto fundamental e imperativo de este periodo crucial. Para evolucionar desde la dualidad a la conciencia de la unidad, todo lo que ha sido escondido en nuestra conciencia personal y en nuestra sombra colectiva, tiene que ser traído a la luz y transmutado. Así como la hora más oscura es justo la que precede al amanecer; nosotros somos los testigos del necesario colapso de la vieja Era y de todo lo que la ha fundamentado y es por eso que se hace imprescindible no perder de vista una perspectiva más general. CADA FINAL ES UN COMIENZO Y LA RUEDA ZODIACAL SIGUE GIRANDO.

Hay otros muchos indicadores que la humanidad ha llegado a un punto de coyuntura que nos pide evolucionar. Entre ellos, un cambio de dimensión que nos tiene que llevar a la conciencia colectiva que la divinidad se encuentra dentro de nosotros y que nos ha de permitir darnos cuenta de nuestra interconnectivitad. Este cambio es el que ha sido profetizado por el final del calendario Maya, o por otras cosmologías como las definidas por el 5º Mundo Hopi, por la Ascensión o por el Gran Despertar. También ha sido descrito como una singularidad, como un punto de bifurcación, como una ventana al caos, como un puente cuántico, como el Shambhala o como el Christogenesis. Ninguno de estos conceptos nos habla del final del mundo, sino del nacimiento de una nueva era.


Todos estos factores apuntan hacia un proceso general de transformación que parece incomprensible desde nuestro actual nivel de conciencia. Estamos haciendo nacer una nueva realidad. EL FINAL DE UNA ERA Y El INICIO DE LA SIGUIENTE SE ESTÁ PRODUCIENDO MOMENTO A MOMENTO, RESPIRACIÓN A RESPIRACIÓN Y CORAZÓN A CORAZÓN.

De cómo experimentamos este cambio dependerá de nuestra voluntad a abrirnos, a expandirnos y a cambiar. Estamos todos implicados, nos guste o no. Cada uno cuenta, todo importa. ¿Cuáles son mis sueños y esperanzas? ¿Cuál es mi papel en este tiempo fundamental en la Tierra? Alineemos cada aspecto de nuestra vida con nuestra visión. Vivamos nuestra verdad.

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